Por: María Camila Salas y Fabián Hernández
Fotos: Angie González
Para los U’wa la explotación petrolera ha alterado el régimen de lluvias y los ciclos agrícolas tradicionales. Sienten preocupación por la seguridad alimentaria de la comunidad y es visto como una consecuencia directa del mal manejo de la tierra y del cambio climático.
El pueblo indígena U’wa, conocido como «la gente inteligente que sabe hablar», mantiene su demanda contra el Estado colombiano ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Esta acción legal, que lleva más de dos décadas en curso, busca proteger sus derechos territoriales y culturales frente a las actividades extractivas y de infraestructura en sus tierras ancestrales.

La Comisión ha señalado que el Estado colombiano no realizó consultas previas, libres e informadas al otorgar permisos para proyectos petroleros, mineros y de infraestructura en territorios U’wa o zonas aledañas. Esta falta de consulta habría impedido el libre acceso del pueblo a sus tierras y lugares sagrados, afectando directamente sus tradiciones y supervivencia cultural.
Además, la CIDH ha indicado que los U’wa no contaron con recursos efectivos para proteger su derecho a la propiedad, y que el Estado no brindó la seguridad jurídica necesaria para garantizar la posesión pacífica de sus territorios ancestrales. Todo esto ocurrió en un contexto de violencia del conflicto armado interno, sin que el Estado proporcionara la protección efectiva necesaria.
Los U’wa, cuya población se estima en más de 12,000 personas, han denunciado que durante más de 20 años han sufrido las consecuencias de actividades inconsultas en sus territorios. Estas incluyen la exploración y explotación de hidrocarburos, el turismo descontrolado, las concesiones mineras y la militarización de sus tierras.
Unturo Tegría, expresidente de la Asociación de Autoridades Tradicionales y Cabildos U’wa (Asou’wa), aseguró para Agenda Propia que el petróleo es la sangre de la Madre Tierra y que su extracción causa desarmonía y desequilibrio. Según Tegría, estas actividades ponen en peligro la supervivencia de su cultura, de su pueblo y de otros muchos seres vivos.
Los impactos no se limitan solo a la extracción de recursos. Los U’wa también han notado alteraciones en el régimen de lluvias y en los ciclos agrícolas tradicionales, según han declarado para diferentes medios colombianos. Esto ha generado preocupación por la seguridad alimentaria de la comunidad y es visto como una consecuencia directa del mal manejo de la tierra y del cambio climático.

Frente a esta situación, la Gobernación de Boyacá ha participado desde 2017 en una Mesa de Diálogo Intercultural para discutir las diferencias entre los indígenas y el gobierno nacional. Los temas abordados incluyen el saneamiento del resguardo U’wa, la presencia de instalaciones petroleras cercanas y la protección de la Sierra Nevada de El Cocuy, considerada por los U’wa como el centro espiritual de su mundo.
La lucha del pueblo U’wa ha recibido reconocimiento internacional. En 1998, su líder Berito Kuwaru’wa y el pueblo U’wa en general fueron galardonados con el Premio Goldman, una distinción que honra los logros y el liderazgo de activistas ambientales de base de todo el mundo.
La Comisión encargada del caso solicitó a la Corte que declare que el Estado de Colombia es responsable por la violación a los derechos a la propiedad colectiva, al acceso a la información, a los derechos políticos, a las garantías judiciales, la protección judicial y a los derechos culturales de la comunidad indígena.
Mientras, Los U’wa continúan con un objetivo claro: lograr la reparación integral por los daños culturales, sociales, ambientales, políticos y espirituales causados, y asegurar la protección de su territorio y forma de vida para las generaciones futuras.